Malena Cortizo y Paula Dalla Fontana
La España actual tiñe de gris el panorama de sus jóvenes. La falta de oportunidades laborales y la precariedad de los salarios los obliga a mirar más allá de las fronteras. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022, 140 580 españoles menores de 35 años emigraron. El 57 % tenía estudios universitarios o formación técnica superior. Estos jóvenes del éxodo son principalmente de Madrid y Cataluña.

El fenómeno se conoce como fuga de talentos. Son jóvenes muy cualificados, muchos de ellos especializados, que emigran porque no ven un futuro profesional en España. El país pierde capital humano y, como consecuencia, millones de euros. Solo en 2022, se registró una pérdida de mas de 150 000 millones por el impacto de la emigración, según un informe del BBVA. Desde enfermeras hasta profesores, todos con un objetivo común: ejercer su profesión y ser bien remunerados.


Estudiar, estudiar y estudiar. Salir al mundo real y enfrentarse a la realidad. A veces, hay que viajar para ello. Un estudio de Raquel Gómez Frias, doctora en migración y movilidad humana, concluye que los jóvenes españoles se fugan en búsqueda de mejores oportunidades profesionales y desarrollo personal. Es decir, además de perseguir mejores empleos, los jóvenes emigrados quieren un cambio en sus vidas. Efectivamente, en España, ni un título universitario, ni un doctorado, ni una especialización garantizan encontrar empleo. Datos recientes del INE (2024) la tasa de paro en jóvenes menores de 25 años en España alcanzó el 24,90 %.
Aunque los principales españoles en emigrar sean jóvenes, no es un fenómeno nuevo; lo hacen desde el siglo XIX.
1880-1930: la emigración en masa
Este período de cincuenta años fue el primer acercamiento sustancioso de España a su tradición migratoria. Aunque no se conoce el número exacto, se calcula que entre dos y cuatro millones de españoles emigraron a las antiguas colonias americanas. También se dirigieron a Estados Unidos, Filipinas y África.
Durante las primeras décadas poscoloniales, los estados emergentes americanos no cortaron las relaciones con la antigua metrópoli. Incluso abrieron sus puertas a los emigrantes españoles, ya que necesitaban mano de obra para su desarrollo material. Argentina y Cuba se destacaron entre los países receptores. De hecho, hoy en día, Argentina es el país extranjero con más población española.
A partir de 1930, la Gran Depresión motivó la disminución de este gran caudal migratorio. Los estados americanos, además, comenzaron a restringir la entrada de nuevos emigrantes.
1956-1978: los emigrantes de posguerra
Después de la Segunda Guerra Mundial, España era un país rural, excluido del Plan Marshall, y subdesarrollado económicamente. El dictador Francisco Franco intentó revertir la situación con un conjunto de medidas que liberaron la economía e impulsaron la industria del país: el Plan de Estabilización de 1959. La agricultura colapsó y los obreros españoles no tuvieron más remedio que irse a trabajar a las fábricas de las grandes ciudades. Pero ahí, no cabía España entera.
Incluso a principios de los años 50, antes de las nuevas normas que impulsaron la emigración masiva, ya emigraban trabajadores. Procedían del sector de la construcción o de los servicios. A menudo eran analfabetos y tenían escasos medios.
La emigración asistida comenzó en 1956, con la creación del Instituto Español de Emigración (IEE), que pretendía organizar los movimientos migratorios con destino a América Latina y, sobre todo, a Europa Occidental. El régimen de Franco desempeñó un papel importante en el manejo de flujos migratorios mediante la firma de acuerdos bilaterales con las grandes potencias europeas como Bélgica, Alemania, Suiza, Francia y Países Bajos. Estas enviaban contratos y España respondía con mano de obra a través del IEE.
La crisis del petróleo de 1973 obligó a muchos países desarrollados a dejar de contratar trabajadores extranjeros. La emigración asistida organizada por el régimen terminó oficialmente cinco años después, tras la muerte de Franco y la transición democrática.
No se sabe cuántos españoles abandonaron sus hogares en busca de una vida mejor. En muchos casos, los países de acogida registraron más llegadas que el IEE, lo que confirma que no todos acudieron por la vía legal. A veces viajaban a países como Inglaterra, que no tenían convenio con el régimen. Sin embargo, se cuentan en millones. Se estima que entre 1960 y 1973, dos millones de obreros pusieron rumbo al extranjero.
2008 en adelante: emigración contemporánea
Año 2008. La recesión económica azotaba a los Estados Unidos por la caída de grandes entidades financieras y, consecuentemente, a los países europeos. En España, el PIB cayó un 1,2 %. Los salarios, el empleo y el consumo se desplomaron. Miles de empresas quebraron, creció la desigualdad y aumentó la deuda pública.
Desde la crisis de 2008, los jóvenes españoles cualificados se ven encerrados en un futuro profesional incierto, como refleja la tasa de desempleo entre menores de 25 años recogida por la Encuesta de Población Activa (INE). La tasa de paro juvenil ha pasado de 24,45 % en 2008 a 55,48 % en 2013. Aunque la situación haya mejorado, el desempleo de los jóvenes sigue siendo alto. En 2020, alcanzó un 38,26 %. La nueva ola de emigración contemporánea tiene base en la crisis económica que, aunque es fluctuante, sigue limitando las oportunidades laborales.
Pero, ¿a qué países se van los jóvenes? Según EuroStat (2024), Francia, Irlanda, Italia y Portugal son puntos de llegada populares entre jóvenes de 20 a 29 años. Sin embargo, hay tres países que se erigen como destinos estrella para españoles en esta franja de edad:
Alemania, Países Bajos y Bélgica.
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Bélgica
A pesar de haber sido un pueblo nómada la mayor parte de su historia, Bélgica comenzó a recibir inmigrantes después de la Primera Guerra Mundial. Los primeros fueron los comerciantes catalanes y refugiados políticos al principio del siglo XX, seguidos por los exiliados republicanos en la década de los treinta y el arribo de españoles al sector de las minas a partir de 1945. La última etapa se vio motivada por el gran desarrollo industrial del país belga, siendo el segundo más adelantado después de Gran Bretaña.
Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial empujó a Bélgica hacia una crisis de mano de obra y la posicionó en el frente de la batalla del carbón. Para mantener sus niveles de producción, el Gobierno belga comenzó a firmar acuerdos de trabajo con otros países europeos para trabajar en las minas. Entre ellos, estaban Italia, Grecia y España. El 28 de noviembre de 1956, se firmó en Bruselas el primero de los famosos acuerdos organizados por el régimen franquista para el traslado de trabajadores españoles a Bélgica. Según el Ministerio de Empleo, en 1961 residían en Bélgica 15 787 españoles.
De acuerdo a un estudio sobre los nuevos emigrantes españoles en Bruselas (2023), estos son hijos de la crisis de 2008: adultos jóvenes, la mayoría de ellos mujeres, con un nivel educativo alto. En pocas palabras: fuga de talentos. Muchos de los entrevistados manifestaron irse de España para desarrollarse profesionalmente y consolidar sus proyectos laborales. Sin embargo, se distinguen dos perfiles principales.
Dos perfiles de emigrantes a Bélgica

Los profesionales reinventados rompen su trayectoria profesional en España para iniciar una nueva en Bruselas. La mayoría son universitarios y algunos tienen estudios de posgrado. Su motivación es la dificultad para encontrar un trabajo digno y estable en España.
Los expatriados estratégicos son trabajadores un poco más cualificados que emigran con un contrato laboral previo. Suelen estar especializados en campos con alta demanda laboral en Bélgica. Emigran a Bruselas en el marco de su carrera profesional transnacional.
Alemania
Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania Occidental experimentó un rápido crecimiento económico. Por ello, Franco firmó uno de los acuerdos bilaterales, publicado en el BOE del 5 de mayo de 1960, para el envío de obreros. Se les conocía comúnmente como «Gastarbeiter», literalmente trabajadores invitados. Aunque llegaron a ser 600 000 antes de la crisis de 1973, el 70 % de los emigrantes de entonces acabaron regresando a España, dejando atrás a poco más de 100 000 compatriotas. Sin embargo, el país está experimentando una nueva oleada de trabajadores ibéricos procedentes de un sector diferente.
Al igual que Bélgica, Alemania acoge a trabajadores cualificados que se marcharon con la crisis de 2008. Los jóvenes de 20 a 35 años son los que más han emigrado al país en los últimos 15 años. Se suman a los hijos y nietos de los que se quedaron en los 70 en los datos alemanes, que los contabilizan a todos como españoles. A finales de 2023, casi 200 000 vivían en Alemania. Ese mismo año, nacieron en el país algo menos de 30 000 bebés españoles, lo que representa el 14,6 % de la comunidad.
Según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, la mayoría de los ciudadanos españoles empadronados en Alemania vivían en Berlín (17 330), seguida de Múnich (10 180), Fráncfort del Meno (8 245) y Dortmund (6 205) en 2022.
Independientemente de que hayan nacido en el país, se hayan establecido hace tiempo o recientemente, el número de españoles residentes en Alemania no ha dejado de aumentar desde 2010.
Países Bajos
El último acuerdo bilateral que firmó Francisco Franco fue en 1961 con los Países Bajos. El IEE contó 11 407 trabajadores enviados en 1965. La cifra creció todavía más tras la crisis, ascendiendo a casi 35 000 emigrantes en 2024.
La historia no es diferente de los demás países de Europa occidental que acogen a trabajadores españoles desde hace décadas. No obstante, un estudio del Gobierno de España pinta un retrato muy preciso del emigrante que pone rumbo a Holanda.
Retrato del emigrante actual a Países Bajos

Tal vez un día, las oficinas y los hospitales de estas tres grandes potencias estén llenos a rebosar, hasta el punto de que ya no puedan acoger a nadie. ¿Qué será de nuestros emigrantes? Algunos ya se dirigen a otros países europeos. Otros ponen rumbo a destinos más lejanos.
Más información pronto en :
EL ATLAS (II): Irlanda, Italia y Portugal, los otros destinos concurridos
EL ATLAS (III): México y Asia, destinos emergentes
Para la elaboración de este reportaje, hemos utilizado 14 fuentes:
Albert Pérez, C., & Soler Guillén, Á. (2022). El valor económico del capital humano en España y sus regiones (L. Serrano Martínez, Dir.). Fundación BBVA.
Bonmatí, M. P. (2022). Los médicos huyen de España: se han ido 11.000 en 5 años por el triple de sueldo y mejores horarios. El Español.
Central Sindical Independiente y de Funcionarios. (2024). Fuga de talento imparable en el ICO: 68 empleados/as de los 364 se han marchado en los dos últimos años.
Cinco Días. (2022). La fuga de talentos ha dejado escapar 100 000 trabajadores tecnológicos desde 2008.
Consejería de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. (2022). Datos estadísticos de la ciudadanía española en Alemania.
Cuberos-Gallardo, F., Escrivá, A., & Bermúdez, A. (2023). Nuevos migrantes españoles en la capital de Europa: estrategias de movilidad, inserción laboral y participación política.
Gómez-Frias, R. (2017). Razones para emigrar de los jóvenes españoles. Universidad de Valencia.
Gobierno de España. (s.f.). Los nuevos migrantes españoles en Países Bajos.
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2023). Emigraciones con destino al extranjero por año, sexo y edad.
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2024). Tasas de paro por sexo y grupo de edad.
Meneses, N. (2022). La difícil tarea de recuperar el talento investigador que un día hizo las maletas. El País.
Ministerio de Cultura del Gobierno de España. (s.f.). Movimientos migratorios.
Múñoz, T. (s.f.). Guía joven para españoles en Bélgica. Proyecto IntegraBel.
RRHH Digital. (2013). Uno de cada diez ingenieros españoles trabaja en el extranjero.


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